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Cuando tu pensamiento y experiencia
joven era,
en tu cuerpo, alma, vida y corazón la
fe esperaba;
un día cualquiera la vocación eliminó
la espera,
para darte cuenta que en el cielo y en
la tierra Dios te ama.
Fuiste y serás camino para cada una de
las hermanas,
¡y qué decir de las semillas que
sembraste!
en los jóvenes corazones,
que florecieron con el tiempo,
demostrando la bondad del alma.
Caminaste con orgullo entre los
pasillos del colegio,
con el ser Bethlemita que tiene bondad
y amor,
certeza de tus virtudes con una mezcla
de alegría.
Sincero privilegio,
Para la gran labor que realizaste,
lidiando con la orientación académica,
que supiste manejar con mucha destreza.
¿Cómo olvidar tu dulce sonrisa sincera?
¿Cómo no recordar aquellas manos
entregadas al servicio?
¿Cómo callar el eco de tu tierna voz
consejera?
¿Cómo contener las lágrimas con tu
partida?
Leíto, te has ido entre flores y
claveles,
dejando muchos pupilos que te quieren
conservando el calor de tu luz que no
se extingue,
una sola llama que se enciende en cada
Bethlemita,
que con cariño siempre compartiste.