Nuestra Identidad

Ministerio de Belén y la Cruz
 
El Instituto de Hermanas Bethlemitas, hijas del Sagrado Corazón de Jesús, es reconocido en la Iglesia como un Instituto de derecho pontificio dedicado a obras de apostolado, con un Carisma Fundacional y una rica espiritualidad heredada de sus fundadores, quienes contemplaron el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios en dos momentos particulares: 
 
Jesús que se anonada en Belén
Jesús que generoso se entrega en la Cruz


Desde los comienzos del Instituto religioso, los fundadores, el Santo Hermano Pedro de San José Betancur y la Beata Madre María Encarnación Rosal, cada uno en su época, respondieron a las necesidades urgentes del momento histórico; delinearon la tarea educativa del Instituto mediante obras que realizaron en bien de la niñez y la juventud, como un medio de evangelización y de servicio a los hermanos.

Pedro de Betancur, inquieto por la formación de quienes carecían de los conocimientos básicos de las primeras letras, inició una obra educativa con la fundación de una escuela para niños y niñas.

Su mentalidad despierta comprendía el supremo beneficio de la enseñanza y la necesidad de preparar las inteligencias desde temprana edad para la lucha por la vida.  Su sencillez, afabilidad e inocencia constituían el secreto del éxito en su labor como educador sabía ponerse al nivel de sus discípulos y entrar en íntima comunicación con ellos.  Su alegría le ayudaba en los resultados que obtenía en su labor educativa. 
 




En contraste con las normas rígidas de la época, puso en práctica un procedimiento que la ciencia pedagógica convertiría más tarde en sistema: “enseñar jugando”.  Por medio de rimas, cantos y juegos hacía que los niños aprendieran.  Les componía versos de una encantadora simplicidad que gustaban en extremo a los pequeños por su facilidad para aprenderlos.

No sólo era el maestre de los niños sino también su amigo.  Aprovechaba todo momento que sus trabajos le dejaban libre para dialogar con ellos y enseñarles la moral con parábolas y leyendas que escuchaban con entusiasmo y retenían para toda la vida.

De la misma manera y con renovado entusiasmo, la Beata Madre Encarnación Rosal ejerció como apostolado la enseñanza.  Siendo prefecta de las niñas empezó a desplegar sus dotes como educadora.  La organizó con una disciplina exigente pero al mismo tiempo les dio comprensión y cariño.  “Cultivó en ellas la vida interior, tomó frecuente la recepción de los sacramentos y las encariñó con la Virgen María”.  (Proyecto Educativo Bethlemita.  1982. 15).
 
“Creó en el Colegio un agradable ambiente de familia donde todo era alegría cordialidad confianza, sana amistad, espontaneidad y libertad de espíritu.  Convencida también de que la transformación de la sociedad se realiza mediante el cambio de las personas, se empeñó ante todo en la formación social y religiosa de las niñas para que fueran capaces de comprometerse en la tarea de fraternizar y transformar la sociedad” (Proyecto Educativo Bethlemita.  1982. 16).

Educadora genuina, se preocupó por la formación integral de la persona, poniendo especial cuidado en el cultivo de la virtud, la piedad y el amor a Dios.  Como pedagoga se adelantó a las prácticas de la época; incluyó en sus planes de estudio materias como Geografía, Historia Patria, Botánica, Astronomía y Teneduría de Libros, entre otras.

Creó una serie de estímulos y para ello organizó asociaciones en las cuales las niñas, según la edad, podían participar y así se animaban a mejorar en sus estudios y a ejercitarse en la práctica de las virtudes.

Convencidas que la educación debe ser una experiencia de “Comunión” en donde cada persona a imagen del Verbo encarnado, aprende a dialogar con Dios su Padre y con los demás hombres sus hermanos, las Hermanas Bethlemitas favorecen en sus centros educativos un ambiente abierto al diálogo, al espíritu de familia, a la amistad, a la alegría y al servicio que procura el bienestar de todos.

En fidelidad al Carisma de sus fundadores, las orientaciones de la Iglesia y los retos de la historia, las Bethlemitas se empeñan en una labor educativa evangelizadora que responde a la realidad social y cultural de diversos lugares.